¿Cómo está tu niño?

La intención de este escrito es aportarles algunas pautas que pienso  pueden ayudarnos en nuestro “crecimiento personal”, el cual se va logrando cuando encontramos el “equilibrio” entre nuestro crecimiento material (lo que incluye nuestro cuerpo) y el  espiritual (mente-alma), ya que la primera responsabilidad en la vida es con nosotros mismos, con nuestra totalidad; vida material y vida espiritual de la mano. Cuando nos ocupamos en crecer de manera integral, somos mejores personas y a su vez podemos dar a nuestros semejantes lo mejor de nosotros.

En cuanto al crecimiento material, no me pronunciaré en esta ocasión.  Me  referiré hoy a nuestro crecimiento espiritual, “mente –alma”.  Empezaré con una verdad innegable: Nadie puede dar de lo que no tiene. Si no estoy sana en mi mente y en mi alma ¿lo estoy en mi interior? Si no tengo amor por mí mismo ¿qué podre dar a los demás?

 

Entremos en materia:

Antes que nada, piense qué quiere cambiar en su vida ¿siente que quiere mejorar en algún aspecto? Ubique cuál o cuáles. Trate de ser lo más honesto consigo mismo, reconozca sus debilidades o extremas fortalezas, haga un auto-examen de conciencia. Le sugiero tomar lápiz y papel para que tome las notas que considere necesarias.

Lo primero que recomiendo es devolvernos al momento en que teníamos aproximadamente tres años de edad y de ahí en adelante revisar nuestra vida, cómo fue, qué recuerdos de su infancia importantes le marcaron la vida: con sus padres, con su entorno familiar; hay tristeza, hay alegría. En fin, cada uno hace su propio análisis, lo extracta, empiece a sanar lo que haya que sanar, y si hay que perdonar y/o perdonarse algo, hágalo, de corazón, libérese de resentimientos, de cualquier cosa negativa que haya en su pasado, acéptelas como sucedieron y asúmalas como lo que son, parte del pasado; ahora regáleselas al universo, a Dios, que como creador quiere lo mejor para cada uno de nosotros.

Él quiere que tomemos conciencia de nosotros mismos, que vivamos felices, sin resentimientos ni culpas; que cada experiencia, por negativa que la hayamos podido vivir , y sentir,  siempre nos deja una enseñanza y eso es lo que vamos a concluir, esas enseñanzas son las que nos van ayudar a crecer, a ser mejores cada día, a no cometer los mismos errores que pudieron haberse cometido con nosotros y no cometerlos nosotros también, ni con nuestros hijos, ni con nuestros seres queridos, recuerde que estamos creando nuestra vida con nuestros actos, “ el que siembra recoge” y si no sembramos amor ¿qué recogeremos?.

Debemos tener una conciencia clara y real de lo que fue el pasado, una experiencia en nuestra vida, la experiencia de nuestro niño interior que va a perdonar y a aceptar.  Que desde este momento entonces,  ese niño dentro de cada uno de nosotros se sienta en paz, sano, salvo y sobre todo, feliz.

Este  es un trabajo individual, sólo cada uno sabe qué puede cambiar y mejorar en su interior, pero entre más profundo y más exacto lo haga, va a ser mejor; se va a sentir mejor consigo mismo.

Repita esta terapia cuantas veces la considere necesaria. Sólo usted podrá saber cuándo estará sano, listo para continuar.

Una vez se sienta bien con sigo mismo, empiece a hacer un trabajo de auto-valorarse, de quererse, de decirse a sí mismo que se ama: ayúdese con un espejo, mírese en él y diga: “——, te amo”,  su nombre por supuesto, de corazón, repítaselo muchas veces, dígase “en verdad te amo”. Mírese fijamente al espejo y repítaselo hasta que lo vaya sintiendo, asimílelo como la verdad que es.

Amarse a sí mismo es muy importante: es amar a Dios que nos creó a su imagen y semejanza; somos imagen de Dios y él quiere que nos amemos como lo amamos a él, que cuidemos de nosotros mismos y que seamos felices, sin culpas, llenos de amor, por él ,por nosotros y por todos los seres. Así es que tenemos que llenarnos de amor propio para poder dar amor. Empiece consigo mismo, ahora mismo.

La siguiente afirmación que va a hacer para sí mismo es decirse, ojalá también con el espejo, “Me acepto y me apruebo”. Repítala cuantas veces pueda, hasta que se vuelva una rutina en su vida, todos los días, cada vez que pueda, en sus momentos libres, con o sin espejo. Repítase a sí mismo que se ama, se acepta y se aprueba tal como es. Verá el efecto maravilloso que esto tan simple va produciendo en su vida y en las personas que tiene a su alrededor, pues al estar bien, en paz y feliz consigo mismo, lo reflejará y los demás lo percibirán también.

Por último, para este mini “auto-taller de crecimiento espiritual”, le sugiero una última afirmación: repítase para sí mismo “Me merezco lo mejor y lo acepto ahora mismo”, todos los días, cada vez que pueda, insista.  Dios dijo “Pedid y se os dará”; no hablo de religión por respeto a las diferentes creencias, más esta es una verdad divina.  La fe, las creencias, sus pensamientos, todo lo que esté en su interior, se refleja palpablemente en su exterior.

Con todo mi amor para ustedes, espero que lo anterior les sirva en sus vidas.

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*