Este año está contando sus días, es hora de hacer el balance general. Y aunque es tarea individual evaluar el estado de pérdidas y ganancias del año que nos deja, quiero hablar en esta ocasión de un gran ganador en Sopó, y se trata del pueblo mismo.
El 2011 nos dejó un proceso electoral que sin duda alguna fue controversial en nuestro municipio. Después de mucho tiempo los habitantes de Sopó eligieron a una persona que le apostó a nuevos métodos de liderazgo y se enfrentó a las formas más tradicionales de hacer política. El elegido fue Jerónimo Valderrama Fonseca, alcalde 2012-2015. Y encuentro interesante echar un vistazo a lo que pasó meses atrás para entender cómo todos nos convertimos en ganadores.
“Un gobierno respetuoso de las personas y de sus dere-chos, con la participación de la comunidad en la toma de decisiones, integrado por un equipo honesto y compro-metido…” en boca de otro candidato tal propuesta me hubiese parecido una men-tira más, de esas que engalanan el discurso preelectoral de un político tradicional. Ellos suelen equivocarse desde el principio, empezando porque no proponen sino que “prometen” olvidando que las promesas tienen cierto toque divino y que al faltar a ellas las consecuencias se resumen en burla e irrespeto.
Pero en boca de Valderrama pareciera que las promesas se convierten en propuestas, y la posibilidad de cumplirlas se acerca más a la realidad cuando hay respeto por su pueblo y por quienes lo habitan. En su discurso como nuevo alcalde electo de Sopó no escuché en ningún momento el tan famoso y presumido “yo les prometo” ni en ese discurso ni en sus otras intervenciones de campaña, por el contario él decía: “tenemos que…” “estamos comprometidos a…” “vamos a…” gramaticalmente esta forma se llama primera persona del plural, humanamente la llamaría construcción colectiva, por-que es mucho más valioso sentirnos incluidos en un modesto y sencillo “nosotros” que en un “yo” lleno de despotismo y pretensión.
Y eso es lo que venía pasando en los últimos años en Sopó, administraciones individualistas lideradas por supremos “Yo”, lejanas del verdadero pilar de un pueblo: su gente. No nos resultaba extraño porque Colombia es un país saturado de gobernantes con ínfulas de poder, en el que el interés particular prima sobre el general, un país en el que la democracia es amenazada, comprada y burlada, un país de promesas no cumplidas.
Resulta entonces alentador saber que en Sopó dichos hábitos empezaron a cambiar, al igual que las dinámicas de trabajo, de participación y de elección. Valderrama y su equipo demostraron que cuando se actúa con dedicación y responsabilidad los resultados son los mejores. Con él la gente participó en una campaña ante todo pedagógica, lúdica, donde después de cada actividad se aprendía algo nuevo, y al estilo de las mejores fábulas siempre quedaba una moraleja. Fue una campaña libre de dineros de dudosa procedencia, aunque habrá quienes siempre dirán lo contrario con el ánimo de crear malestar, habrá quienes siempre asumirán la derrota generando el rumor.
Señoras y señores esto sí que fue noticia en Sopó, llegó al poder un joven que con su honestidad es capaz de generar en los simpatizantes de la corrupción una incómoda sensación de preocupación, porque saben que en los próximos cuatro años no habrá lugar para el despilfarro ni el abuso de los recursos públicos de nuestro municipio.
El nuevo alcalde de Sopó pertenece a la generación de la construcción y el cambio, promueve la participación, el trabajo colectivo, la toma de decisiones y nos invita a que desde nuestro pueblo le demostremos a Colombia que se puede gobernar y actuar con total transparen-cia, honestidad y compromiso con la ciudadanía.
El balance está hecho, y aunque desconocemos en gran parte el Sopó que reci-birá nuestro alcalde el primero de enero de 2012, sea cual sea su estado, hay que asumirlo y actuar, sin juicios ni reproches, con sus pérdidas y sus ganancias; apostándole a ese “Sopó lo construimos todos”, conscientes de que se dio un gran paso y el pueblo es el gran ganador. Este es el resultado positivo, de ¡cuando las cosas se hacen bien!